miércoles, 27 de enero de 2010

Cuenta que...

Era el año 1998, cuando llegó a mi un ejemplar de Akita Inu, se llamó Bucho.

Se trataba de un animal excepcional con un gran carácter, pero también con una gran potencia física. Con 18 meses pesaba 51 kilos, la cual cosa, en ocasiones, dificultaba el juego con otros canes.

Y ahí es donde aparece Lola, una preciosa perrita de Bull Terrier blanca. Era la única perra en el barrio capaz de aguantar los 1001 embistes, pisotones, mordiscos y revuelcos del juego con Bucho sin retroceder, sin un solo amago de querer parar con aquel juego de "animales".

Y ahí, en ese momento fue cuando supe que mi siguiente perro seria un Bull Terrier.


Javier Tamayo
Criador de Bull Terrier